¡Qué hermosa y qué encantadora eres, amor mío, con todos tus encantos!



Acquiescence




















So I wll sacrifice my fragmented ghosts
Anchoring my tired bones in the closet
A clean start in the morning
Of restlessness and holy causes
Sustained my smoothed mind
Terrifies me, but I know I have seen impious memories
Like streaking a dark rose or mourning naked messages
Perhaps grounding that still beautiful dream
To drive a sustained destiny
But as time goes by
A loftier light of thwarted scarlet trembles
Hesitated by mysterious and retractile inhabitants
Saturated on moonless of volatile senses
And then a place where the tenor warbles
A reluctant world under the noisy acquiescence that finally said:
Whistle.


© Elías Lira - April 27th, 2007


ENMIENDAS



Son las aguas precipitadas que invaden irremisiblemente desde la copa del árbol hasta el insignificante trozo terrenal. Buscan los escondrijos retenidos por mil víboras anidadas y esperan enmendar los remordimientos de la otra vida pasada, esa de la que somos simple reencarnación.

Y quieren escaparse las esferas grises. Traslúcidas en el polvo matinal transitan sumergidas entre canales y puentes resquebradizos en una inobjetable articulación simétrica. Sus piernas empiezan a caminar sin saberlo, sus manos mantienen un rumbo instintivo. Entonces, cada esquina solitaria, cada murmullo, cada latido silencioso se discierne entre venas asoladas mezclándose entre atributos déjà vu y meditaciones que fracturan la intensidad plétora de líneas flotantes.

Y un desconcierto épico, un paradigma de sensibilidad exquisita, reconcilia el casamiento para multiplicar la eterna luz espiral refinada en mi vientre

© Elías Lira - Abril 2007













"Winter Birches", watercolor by Gary Spetz



BIRCHES

When I see birches bend to left and right
Across the lines of straighter darker trees,
I like to think some boy's been swinging them.
But swinging doesn't bend them down to stay.
Ice-storms do that. Often you must have seen them
Loaded with ice a sunny winter morning
After a rain. They click upon themselves
As the breeze rises, and turn many-coloured
As the stir cracks and crazes their enamel.
Soon the sun's warmth makes them shed crystal shells
Shattering and avalanching on the snow-crust
Such heaps of broken glass to sweep away
You'd think the inner dome of heaven had fallen.
They are dragged to the withered bracken by the load,
And they seem not to break; though once they are bowed
So low for long, they never right themselves:
You may see their trunks arching in the woods
Years afterwards, trailing their leaves on the ground,
Like girls on hands and knees that throw their hair
Before them over their heads to dry in the sun.
But I was going to say when Truth broke in
With all her matter-of-fact about the ice-storm,
I should prefer to have some boy bend them
As he went out and in to fetch the cows--
Some boy too far from town to learn baseball,
Whose only play was what he found himself,
Summer or winter, and could play alone.
One by one he subdued his father's trees
By riding them down over and over again
Until he took the stiffness out of them,
And not one but hung limp, not one was left
For him to conquer. He learned all there was
To learn about not launching out too soon
And so not carrying the tree away
Clear to the ground. He always kept his poise
To the top branches, climbing carefully
With the same pains you use to fill a cup
Up to the brim, and even above the brim.
Then he flung outward, feet first, with a swish,
Kicking his way down through the air to the ground.
So was I once myself a swinger of birches.
And so I dream of going back to be.
It's when I'm weary of considerations,
And life is too much like a pathless wood
Where your face burns and tickles with the cobwebs
Broken across it, and one eye is weeping
From a twig's having lashed across it open.
I'd like to get away from earth awhile
And then come back to it and begin over.
May no fate wilfully misunderstand me
And half grant what I wish and snatch me away
Not to return. Earth's the right place for love:
I don't know where it's likely to go better.
I'd like to go by climbing a birch tree~
And climb black branches up a snow-white trunk
Toward heaven, till the tree could bear no more,
But dipped its top and set me down again.
That would be good both going and coming back.
One could do worse than be a swinger of birches.


(
Robert Frost - from "Mountain Interval", 1949)


Trask: Stormy Monday ♪




La Paella - Illustration by Roberto Weil
Se reunieron en la alta sala del edificio, siempre impecable y refrescante. Debía ser el hogar de alguno de ellos, informal, acogedor. Se ha dicho que la ciudad guarda un aire de eterna primavera, y una vez más es cierto: por los amplios ventanales corren las lejanas montañas, los árboles, el soplo azul. Una de las parejas trajo café, té y cerveza. En los sofás del fondo hay dos hombres muy viejos y una anciana con comicidad de conejo. Junto a la mesa central, varios niños. El resto son hombres y mujeres próximos a los cuarenta. Alguno, humilde en su traje, otros levemente ostentosos. Han bromeado y reído durante la primera parte de la reunión, pero cuando la pareja termina de colocar vasos y tazas saben que —como lo habían preparado en sesiones anteriores— ha llegado el momento de hablar con decisiones. —...y esto es lo que acordamos. Una ciudad tan grande y actual, sin nosotros —imposible! Los meses y hasta años de encuentros casuales —según hemos confesado otras veces— concluyeron. Hoy iniciamos las reuniones superiores. —Ya todos conocemos el motivo: vamos a hablar directamente acerca de cómo nos gustaría morir. Por qué acallar, ocultar que la idea de muerte nos aterrorizaba? Por qué pensar que morir no puede ser el efecto de un sano deseo? Vivíamos huyendo de esa certeza. Ahora debemos aprender otro tipo de deseo. —Hemos visto cómo en grupo el tema cambia. Y si al estar solos vuelve el temor, podemos llamarnos, consultarnos. —Es un lugar común que para eso nacemos. Hablemos entonces y digamos cuál sería nuestra muerte predilecta. Saber desear es lograr el deseo. —A mí me gustaría... Nadie tenía una inmediata razón para pensar en el final. Y uno tras otro larga, detallada, lúcidamente expusieron su ensoñación, la que nunca antes había sido convertida en palabras. Entonces alguno de ellos pensó —sólo pensó: —Pero no es ésta una manera de arruinar aquello realmente único que poseemos, no es un modo de vulgarizar la muerte? Y sonrió
(José Balza - "Los Superiores")



Bajé corriendo la escalera y me lancé a la ciudad. Afuera me esperaba una realidad insólita:

oleadas de calor, vastos edificios grises y rojos como los de un Londres victoriano crecidos entre las palmeras y los banianos como una pesadilla pertinaz, muros leprosos, anchas y hermosas avenidas, grandes árboles desconocidos, callejas malolientes, torrentes de autos, ir y venir de gente, vacas esqueléticas sin dueño, mendigos, carros chirreantes tirados por bueyes abúlicos, ríos de bicicletas, algún sobreviviente del British Raj de riguroso y raído traje blanco y paraguas negro, otra vez un mendigo, cuatro santones semidesnudos pintarrajeados, manchas rojizas de betel en el pavimento, batallas a claxonazos entre un taxi y un autobús polvoriento, más bicicletas, otras vacas y otro santón semidesnudo, al cruza una esquina, la aparición de una muchacha como una flor que se entreabre, rachas de hedores, materias en descomposición, hálitos de perfumes frescos y puros, puestecillos de vendedores de cocos y rebanadas de piña, vagos andrajosos sin oficio ni beneficio, una banda de adolescentes como un tropel de venados, mujeres de sarís rojos, azules, amarillos, colores delirantes, unos solares y otros nocturnos, mujeres morenas de ajorcas en los tobillos y sandalias no para andar sobre el asfalto ardiente sino sobre un prado, jardines públicos agobiados por el calor, monos en las cornisas de los edificios, mierda y jazmines, niños vagabundos, un baniano, imagen de la lluvia como en el cactus es el emblema de la sequía, y adosada contra un muro una piedra embadurnada de pintura roja, a sus pies unas flores ajadas: la silueta del dios mono, la risa de una jovencita esbelta como una vara de nardo, un leproso sentado bajo la estatua de un prócer parsi, en la puerta de un tugurio, mirando con indiferencia a la gente, un anciano de rostro noble, un eucalipto generoso en la desolación de un basurero, el enorme cartel en un lote baldío con la foto de una estrella de cine: luna llena sobre la terraza del sultán, más muros decrépitos, paredes encaladas y sobre ellas consignas políticas escritas en caracteres rojos y negros incomprensibles para mí, rejas doradas y negras de una villa lujosa con una insolente inscripción: Easy Money, otras rejas aún más lujosas que dejaban ver un jardín exuberante, en la puerta una inscripción dorada sobre el mármol negro,en el cielo, violentamente azul, en círculos o en zigzag, los vuelos de gavilanes y buitres, cuervos, cuervos, cuervos…

(Octavio Paz - "Bombay", Vislumbres de la India, 1995)



“La chocolatera está formada de átomos; pero no precisamente de átomos de chocolatera. Esta observación parece demasiado ingenua. Tiene, sin embargo, su malicia. Meditad sobre ella hasta que se os caiga el pelo.”

Antonio Machado


Happy Feet


La casa fría como siempre. No fui a trabajar, ni ayer tampoco. Hemos estado juntos por veinte años, pero nos separamos y heme aquí. Aquella noche de insomnio fue la peor de todas. Una gradual apatía por la vida se va apoderando progresivamente. Hay momentos de mí que no reconozco.

Confieso que me fascinan las creaturas antárticas, cómo viven, qué comen, lo interesantes que son. Antes era una experta en foxtrots, hoy quiero bailar rap/hip-hop y tararear esa hermosa melodía que canta Ricardo Arjona. Sospecho no obstante, el terrible cambio. Antes me vestía casi impecablemente, ahora me veo en la calle desarreglada portando si acaso una oscura y pesada capa. Creo que mi voz sigue siendo la misma, pero noto que mi piel está ligeramente resquebrajada, un buen humectante de jojoba y aceite de coco solucionará el problema.

A él, no le permito por ahora profanar mi cuerpo. Sé que me anhela. Pero, ¿se habrá dado cuenta que cada mañana mi habitación muestra rastros innegables de un olor metálico? El frigorífero, el piso y el pantry permanecen abarrotados de esos enlatados vacíos marca “chicken of the sea”. Pero no me gusta el mar y siempre miré con mucho recelo los grandes espacios de agua, está claro que los que me critican no lo saben. En verdad la gente habla mucha pendejadas, deberían mirar todos los días el Animal Planet.

“Últimamente, se le ve bailando alrededor de la piscina con los brazos hacia bajo emitiendo sonidos” le dicen a mi marido. "Debe llevarla pronto al médico" señalan. Yo, pensando en las cosas, no sé que responder. No sé encontrar las palabras apropiadas para expresar mis nuevos sentimientos. Quizás intuyan que estoy nuevamente encinta. Soy yo quien vive en esta casa tan grande y fría. Que hambre tengo! Atravesaré los amplios pasillos y doblaré entre los cristales llenos de luz. Quiero disfrutar el reflejo de los ricos azulejos en movimiento ondulante. Me imagino la cara de asombro que va a poner cuando me vea. Se apartará y siguirá haciendo sus graciosas maromas, lo tomaré y notaré la belleza que siempre desprende. En su cabecita plateada quedarán grabadas mis dulces palabras para siempre: -- No te asustes, te trago pero no te devoro dulce pescadito --.

© Aron Gia - 16 Abril 2007



Eight Avenue by Pat Padua
















Memories and Rain

One evening, in Saint Germain of the Fields
already so long ago, Paris, so long ago
it strayed from my memory
and has become a chunk of quartz,
a night where the streets of Paris
were full of poet corpses
rotting in the Metro vents,
I emerged trembling from my shelter on Cuyas Street
and went out to find death.
Dragging myself, I arrived like an ancient marble
at the café of Saint Germain of the Fields
where skeletons accumulated
alongside the moribund bodies of revolutionaries and the bourgeoisie.
The bomb’s explosion had been atrocious, molecular,
and the only things left standing were
bottles of wine and an old waiter
who poured my bottle sadly.
I couldn’t take it any more.
Strange messages came to me from the galaxies,
from a region where beings are made purely out of gas,
terrifying messages came to me, like this one:
“Everything, everything is ultimately fatal, even chance!”
Then, accompanied by my bottle
in whose depths sang Baudelaire
I grabbed my notebook and wrote:
“My great torment is: I want to live eternally!”

I thought I would die from life itself or from premonitions
on that night of my twentieth year.
I was in love with a blue-eyed woman,
a small French woman from Melun.
I had been happy with her until I fell in love.
From that moment on
she mistreated me, used me and left me like a dog.
I cried so much at the Monsieur Le Prince,
I walked so much, like a lunatic,
without wanting to return to my shelter. I had no money,
but, regardless, I had to give a few Francs
to a hallucinating Algerian who asked for them,
gun in hand.
Suddenly, it began to rain like shit from the skies
and I remembered the rains in my distant country,
where the universal flood is reborn every year
and where we have to build Noah’s Ark
each year. My poetic metaphors
say absolutely nothing
in the face of those vertical rivers,
those crying storms
that fall from the heights
and later roll through the eyes of the miserable,
the homeless, who own nothing besides death.
I was like that on this rainy St. Germain night,
falling through the streets of Paris.
Paris! City or coin fallen from those heights
like a piece of gold
stained with divine trash.
I never knew you, city, and I never will
because you were too cruel to me,
like a woman with a whip and fangs.
I loved, suffered, died, wrote transcendental stupidities there,
but nothing remains besides pure, fragmented memory,
the remembrance of a remembrance.
I’ll never see you again,
but you still hurt me
and above all those blue, murderous eyes.

Now, after so many years
since escaping St. Germain and the St. Michelle,
I find myself in a city of red rain storms
and in a city full of corpses.
But not poet corpses,
because the poets here protect themselves very well,
but instead the corpses of the shirtless, the miserable, the unemployed.
This hematopoetic poem is for them,
made of blood and spleen.
For them, whom I have never truly fought for
despite having written many violent books
that should be burned
so as to produce so much as a smoke signal
that says: “I want to live eternally!”

In that tenebrous season of St. Germain of the Fields
a wise friend said to me: “If you only write about shadows,
your only memory will be of shadows.”
He was right. It is my only option.
I don’t recognize any metaphor other than death.
She’s like a prism
that illuminates every angle of my life.
Dying is less important,
what is important is learning how to die.
I will go on dying like a snail,
walking until the end, without hurry or pause,
and I only ask of Sister Death
she allow me to arrive with my funereal prose
at the fixed terminal set for me
by those three women who weave up there.
Everything else is pure sound and color.
I see mountains crumble,
I see poets screaming under the mud of the cliffs,
I see volcanoes vomit God’s irony,
I see how time approaches like an iron bull,
I see Mozart and Glück singing in my fields,
I see myself at last like a specter,
like a sign for those around me,
an ivory body with a hint of gold in the sick eyes,
a few broken poems, a few good verses,
some jewel smiling in the darkness.
Tristis est anima mea usque ad mortem.

(Ludovico Silva - "Recuerdos y lluvia", Papel Literario, El Nacional, 1986)

N. Editor: Infinitas gracias a Guillermo Parra - 2007 @ Venepoetics por esta excelente traducción al idioma inglés.



"How can I get back to the place where I started?
I’m outside a house, trying to find my way in.
But it is locked and the blinds are down,
And I’ve lost the key.
And I can’t remember what the rooms look like or where I put anything.
And if I dare go in inside, I wonder…
Will I ever be able to find my way out?"
{ Proof }



The Levitating Snail by John M
La noticia de que los físicos habían descubierto un misterioso principio de indeterminación fue recibida alegremente por ciertas escuelas teológicas y filosóficas, creyéndose que la propia ciencia proclamaba su bancarrota y que el libre-albedrismo tomaba nueva fuerza. Ignoro por qué razón el hecho de que el hombre pueda tener libre albedrío y ser responsable de todas las tonterías que comete constituye un motivo de satisfacción para muchos filósofos. Pero dejando de lado esta cuestión, creo que la alegría es precipitada, ya que ni los propios hombres de ciencia han logrado ponerse de acuerdo, todavía, sobre el contenido y el nombre del principio: los que proponen denominarlo Principio de Indeterminación creen que es la exteriorización de una indeterminación esencial de la Naturaleza; los otros opinan que debe interpretarse como una fórmula taxativa, quizá como una medida de impotencia humana o actual de alcanzar el mundo físico, y por eso proponen que se denomine Principio de Incerteza. Los malentendidos a que ha dado origen se deben a que deriva de la hipótesis cuántica, que tiene la desgracia de ser oscura cuando es rigurosa y de ser totalmente falsa cuando todo el mundo la comprende ●

Ernesto Sábato - "Uno y el universo" (fragmento)


Shelley


When I was twenty the one true
free spirit I had heard of was Shelley,
Shelley who wrote tracts advocating
atheism, free love, the emancipation
of women, and the abolition of wealth and class,
a lively version of Plato's Symposium,
lyrics on the bliss and brevity
of romantic love, and complex
poems on love's difficulties, Shelley
who, I learned later--perhaps
almost too late--remarried Harriet,
then pregnant with their second child,
and a few months later ran off with Mary,
already pregnant with their first, bringing
along Mary's stepsister Claire,
who very likely also became his lover,
and in this malaise a trois, which Shelley
said would be a "paradise of exiles,"
they made their life, along with spectres
of Harriet, who drowned herself in the Serpentine,
and Mary's half sister Fanny, who, fixated
on Shelley, killed herself, and with the spirits
of adored but neglected children
conceived almost incidentally
in the pursuit of Eros--Harriet's
Ianthe and Charles, denied to Shelley
and sent out to foster parents, Mary's
Clara, dead at one, her Willmouse, dead at three,
Elena, the baby in Naples, almost surely
Shelley's own, whom he "adopted" but then
left behind, dead at one and a half,
and Allegra, Claire's daughter by Byron,
whom Byron packed off to the convent
at Bagnacavallo at four, dead at five--

and in those days, before I knew
any of this, I thought I followed Shelley,
who thought he was following radiant desire.


(Galway Kinnell - "Strong Is Your Hold" Houghton Mifflin; November 8, 2006)



"Podemos hablar de los sucesos del sueño única y exclusivamente por comparación con los de la vigilia. Yo, que en los sueños vuelo con la naturalidad innata de las aves, en la vigilia tengo dificultades para saltar el agua de las zanjas cuando llueve un poco. Yo, que en los sueños traduzco del latín al ruso, del griego al alemán o del quichua al guaraní, en la vigilia lucho con mi idioma natal para saber dónde van las tildes, las haches y las zetas. Yo, que en sueños no necesito más que abrir los ojos o afinar el oído para comprender el sentido último del arte, en la vigilia confundo izquierda con derecha, arriba y abajo y, a veces, me quedo helado ante las tres luces de un semáforo. Yo, que en sueños domino la perspectiva histórica de la humanidad, hito por hito, pueblo por pueblo, desde el Big Bang hasta el año 1998 de la era cristiana (5759 del calendario hebreo) en la vigilia no justifico que mi padre haya nacido antes que mi hijo. Podemos hablar cle los sucesos del sueño única y exlusivamente por comparación con los de la vigilia. Se los digo yo, que en sueños escribí lo que ustedes leen ahora y en la vigilia no hago otra cosa que esperar el sueño".

("Sueño y vigilia" por Alejandro Martino, Buenos Aires, 1954)



"Los mitos van y vienen, quizá no cambien tanto. Ahora Hércules o Gilgamés se llaman Superman o Rambo, y Afrodita pudo ser Marilyn Monroe o la última «diosa» del cine, a las que de manera descaradamente mitológica se les llama «símbolos sexuales». Prometeo ha tomado la cara de Einstein, de Fermi o de Oppenheimer. O de todos juntos: tuvieron la audacia de robarle el fuego al átomo, a la intimidad de la materia. Y lo pagaremos tan caro como el titán encadenado en la roca para siempre. Otros mitos desaparecen por el momento, esperando el de su renacer. En este siglo han sufrido un total eclipse los mitos de la utopía (sociedad sin clases, paraíso en la tierra) y del buen salvaje, variante racionalista del mito del Edén: no parece vender bien la bondad humana ni en estado natural ni, mucho menos, refinado. Ciertos mitos en boga pueden sonar a nuevos, si no se mira bien. Gracias a los avances técnicos, en el dominio biomédico, parece poderoso el mito de la perfectibilidad humana (transplantes, injertos, artificios, ingeniería genética, longevidad). ¿Nuevo? Los griegos creían que algunos hombres, por sus acciones o por elegidos de los dioses, podían ganar la inmortalidad, recibir como quien dice una promoción y ascender a semidioses. Por su parte, la cibernética nos acerca cada vez más al hombre artificial, al cerebro electrónico: mitos de Pigmalión y del Golem".

Juan Nuño - Extraído de "La veneración de las astucias" - Monte Ávila, 1990


Tulipanes de Passover



Se aman
Se guardan
Se besan
Se
entrelazan
Se deleitan
Se doblan
Se atan
Se marchitan
Se lloran
Se alejan
Se marchan
Leshaná habaá...

Aron Gia


Canción de Amor


LoveSong by Liz Welch





















Si acaso algún día, deshojar el camino inconcluso
Como animal de suspiros
Entre murmullos de colmillos de acero
Torrente melódico y desafío.

Regresar todavía indemne a los ínfimos pasajes
Y encontrar la canción encantada de muchas réplicas
De cristalinas estrofas
Estrangulando la pausa prodigiosa
Entre la sangre, la carne turbulenta, la rima.

Incluso uno de los dos extraviado
Entre el cordel de latitudes ocultas
Que abre su goce en desdoblamiento
En memoria desfigurada.

Acorralado
Confinado a la violación de atardeceres de mármol y azafranes
Como si un viejo barco no anclara nunca los cálidos mares.

Y tengo que decir que te amo
Figura de yeso noctámbula
Saco de infinitos huesos
Junto a quien he vivido la absoluta entrega.


© Elías Lira - 6 April 2007



"Así, si quieres descubrirte a ti mismo no apelando a una falsa emotividad, sal y comprende. Percibe la belleza de las cosas, disfruta lo creado y odia sobretodo el mal. Y si tienes dudas de tu propia grandeza o no entiendes con exactitud tu estatura, sal y aprende de un hombre sabio y justo, porque el propósito de la vida es descubrir para qué fuiste creado y que no tienes limitaciones internas en lo absoluto"



"Fueron los seres más increíbles mientras existieron, tan especiales como insospechados, totalmente mágicos en extremo; saltaban liviandades con sus pasos, como levitantes silencios en ensueños; pero nunca, lastimosamente, aprendieron a volar. Y eso fueron sus lamentos, eso sus silencios, sus hechizos y sus mismas propias desgracias. Fueron la comunidad más secreta y prodigiosa, generosa y condiscípula; todos se conocían sus mutismos, sus sonrisas y sus misterios. La vez, que un hombre muy henchido de amor, a su amada una serenata de sonrisillas, le quiso sólo arrullar, salieron en sus prédicas saltimbanquis colorados, de entre selvas siempre azules, y con sillas de patas largas, le ayudaron a subir al cielo, donde su musa, en una luna, pernoctaba mil delirios. Y subió, escalando infinitas sillas, con smoking tan albino y un buqué en una mano (de prendiditas velas, por los sigilos), trepó, de pies alzados y con marcado abdomen, de cabeza, y desde el suelo, una y una y una torre, grandísima y por las nubes, las sillas, como habichuela mágica hasta el cielo, hasta las estrellas y más arriba; la dulce amada en una luna, encandilada de puritos lindos murmullitos, el adorado arrodillado en una silla, alumbrándole puras sonrisitas, y, mil estrellitas en sus miradas, como pajarillos encantados. Fueron los seres más extraordinarios que movieron cada músculo al compás de mil sinfónicas, y las luces, con sus sombras, fueron sus más mínimas presencias solamente".

(Fragmento de "CIRCO" - © Jorge Luján López)



"Fué una espera interminable. No sé cuanto tiempo pasó en los relojes, de ese tiempo anónimo y universal de los relojes, que es ajeno a nuestros sentimientos, a nuestros destinos, a la formación o al derrumbe de un amor, a la espera de una muerte. Pero de mi propio tiempo fué una cantidad inmensa y complicada, lleno de cosas y vueltas atrás, un río oscuro y tumultuoso a veces, y a veces extrañamente calmo y casi mar inmóvil y perpetuo donde María y yo estábamos frente a frente contemplándonos estáticamente, y otras veces volvía a ser río y nos arrastraba como en un sueño a tiempos de infancia y yo la veía correr desenfrenadamente en su caballo, con los cabellos al viento y los ojos alucinados, y yo me veía en mi pueblo del sur, en mi pieza de enfermo, con la cara pegada al vidrio de la ventana, mirando la nieve con ojos también alucinados (...)

A veces volvía a ser piedra negra y entonces yo no sabía qué pasaba del otro lado, qué era de ella en esos intervalos anónimos, qué extraños sucesos acontecían; y hasta pensaba que en esos momentos su rostro cambiaba y que una mueca de burla lo deformaba y que quizá había risas cruzadas con otro y que toda la historia de los pasadizos era una ridícula invención o creencia mía y que en todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida. Y en uno de esos trozos transparentes del muro de piedra yo había visto a esta muchacha y había creído ingenuamente que venía por otro túnel paralelo al mío, cuando en realidad pertenecía al ancho mundo, al mundo sin límites de los que no viven en túneles; y quizá se había acercado por curiosidad a una de mis extrañas ventanas y había entrevisto el espectáculo de mi insalvable soledad (...)

Yo no decía nada. Hermosos sentimientos y sombrías ideas daban vueltas en mi cabeza, mientras oía su voz, su maravillosa voz. Fui cayendo en una especie de encantamiento. La caída del sol iba encendiendo una fundición gigantesca entre las nubes del poniente. Sentí que ese momento mágico no se volvería a repetir nunca. -Nunca más, nunca más- pensé, mientras empecé a experimentar el vértigo del acantilado y a pensar qué fácil sería arrastrarla al abismo, conmigo"

[Ernesto Sábato - "El Túnel" (fragmento)]



Kid by Jennifer Esperanza





















Tu abril siempre y ya logrado,
¡oh maravilla sin huella!
Trigo y agua de doncella
y aurora de sol mojado,
naranjo en su flor celado,
cristal de mimbre sin dueño
pulsador, ¿cuándo mi empeño
de luna al fin modelada,
primavera resbalada
desde el donaire hasta el sueño?

(Luis Rosales - "Primavera Morena" - Abril, 1935)


Carissima in Deliciis

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