Cajas, cajitas y cajotas, pesadas, pesadotas, y al bajar las escaleras más familiares y cercanas. Me hablaban. Transpirado. Desmemoriado, pues no existe memoria de lo que se ha guardado. Luego, en ardiente subida una vez, mil veces, en tres secciones iniciadas por un gracioso corredor de verde que reverdece y que vuelvo a ver, en incesantes bajadas y subidas que anteceden el homicidio de treinta y un nuevos escalones asesinos que desproveen del hálito de un respiro en taquicardia. Y el calor de correr la travesía de un largo desierto sonriendo para que un oasis traiga la visión de un lindo poema de niños ●
¡Sube que sube y sube!
¿Descubrirás la piedra
o encontrarás la nube?
¡Baja que baja y baja!
¿Descubrirás el cielo
o encontrarás la paja?
Sube y baja.
Baja y sube.
Cielo es paja.
Paja es nube.
Bajarás cuando subas.
Subirás cuando bajes.
¿No hacen vino las uvas
y el algodón, encajes?
Niño, nunca despiertes
–despertar es un sueño–
una vez que despiertas
¿no respondes durmiendo?
(Jorge Antonio Dore - "Sube y Baja")