¡Qué hermosa y qué encantadora eres, amor mío, con todos tus encantos!



Mediodía


Esa abejita verde salta
De polen en polen
De flor en flor
Gravitando
Succionando
Afuera con alegría
Ahogando tu grito.


Aron Gia - Septiembre, 2007



"La gente me dice que mi silencio hace bien. Cuando empecé hace 50 años la gente me decía cómo se va escuchar su silencio en medio de los ruidos del mundo. Yo respondía, no es un silencio, son los gritos del silencio. Hay una musicalidad incluso en el silencio. La poesía del gesto crea una musicalidad en el alma del público."

Marcel Marceau



Fue un día del azul septiembre cuando
bajo la sombra de un ciruelo joven
tuve a mi pálido amor entre los brazos,
como se tiene a un sueño calmo y dulce.

Y en el hermoso cielo de verano,
sobre nosotros, contemplé una nube.
Era una nube altísima, muy blanca.
Cuando volví a mirarla ya no estaba.

Pasaron, desde entonces, muchas lunas
navegando despacio por el cielo.
A los ciruelos les llegó la tala.
Me preguntas: «¿Qué fue de aquel amor?»

Debo decirte que ya no lo recuerdo;
y, sin embargo, entiendo lo que dices.
Pero ya no me acuerdo de su cara
y sé que un día la besé.

Y hasta el beso lo habría olvidado
de no haber sido por aquella nube.
No la he olvidado. No la olvidaré:
Era muy blanca y alta, y descendía.

Acaso aún florezcan los ciruelos
y mi amor tenga ahora siete hijos.
Pero la nube sólo floreció un instante:
Cuando volví a mirar, ya se había hecho viento.


["Recuerdo a María A." - Bertolt Brecht]











Arbol de mi Alma (Fragmento)
José Martí


Elefantes plomizos



L
os truenos predicen el precipitar de grandilocuentes elefantes grisáceos y su manantial de vida sobre la faz de la tierra.

Los elefantes envisten en su andar los escollos y claudican los matices del espacio que encuentran. En las tardes ponderan la consumación de los tiempos.

Más allá de lo inconcebible, como globos de azúcar revocan la certidumbre permitiendo a las potestades exacerbar su perpetuidad. La relación perdura confrontando, como es entendible, los innumerables desgarramientos.

Y mis elefantes continuan nadando sobre las nubes en el desequilibrio de la contradicción de los cristales húmedos para dejar atónitos a los hombres


Aron Gia - 13 de Septiembre 2007



Llegó ayer y el mundo se hizo de nuevo. Su largo viaje desde las gasas del tiempo, su vuelo ligero entre certezas y posibilidades, tomó nuevo rumbo al llenar sus pulmones y nos recogió como pasajeros en su llanto.

Ayer fue su tránsito de la cálida noche uterina a los besos tibios en una tarde clara de cielo franco y brisa sincera, y así como siempre ha sido, vino para recordarnos que más allá de estos cuerpos hay una materia que atraviesa el tiempo. Energía que nos traspasa y nos supera.

Llegó ayer y todas las partículas del mundo vibraron en armonía. La rueda de la vida, siempre girando a pesar de nuestros sueños, miedos y obstinaciones, nos dejó un regalo en las manos y siguió su ciclo eterno de transformaciones.

Allí estábamos entonces, ante el milagro y la sangre, dos padres al final de la espera y al comienzo de la esperanza.

Con nuestras voces le dimos la bienvenida al mundo y de sus ojos recibimos el abrazo del mañana.

Llegó ayer y hoy todavía me cuesta creerlo. Anoche durmió sobre mi pecho y mi corazón quiso decirle lo que pasaré una vida diciéndole al oído. Ella escuchaba en paz, sabiendo lo que sé ahora cuando beso sus manos: que hay una fuente de amor que no brota de nosotros, aunque seamos nosotros quienes la derramamos.

Un río cuyas cabeceras se pierden en la espesura de lo que sentimos y a veces palpamos. En sus aguas flota la rica materia de la que estamos hechos y de sus aguas bebemos la esencia vital que mantiene encendida la llama interna.

Un fuego que viaja en las aguas del tiempo. Una luz que nunca se apaga.

Llegó ayer y hoy recuerdo lo que una vez de niño leí, cuando descubría que el corazón es capaz de sintonizarse con la rueda de la vida y así poner en marcha las más fabulosas consecuencias.

Tus hijos no son tus hijos. Son los hijos e hijas de la vida, deseosa de si misma. No vienen de ti, sino a través de ti, y aunque estén contigo no te pertenecen.

Esta mañana, mientras tarareaba su nombre y la arrullaba en brazos, recordé a aquel niño que presentía algo más allá de las palabras en los versos de Khalil Gibran.

Hoy este hombre siente lo que el poeta acariciaba.

Ustedes son el arco que lanza a sus hijos como flechas vivientes. El Arquero ve las marcas en el camino hacia el infinito, y los dobla con la esperanza de que sus flechas vayan rápido y lejos. Dejen que su curvatura en las manos del Arquero sea para la felicidad, pues así como ama las flechas en su vuelo, así ama el arco que es estable. ¿Qué nombre darle al arquero?
Por ahora lo llamaré Dhamma.

Llegó ayer y ya no existe más nada. Las noticias perdieron su gravedad, lo inmediato se hizo ligero. Esta ilusión que llamamos realidad se impregnó de un olor a pañal, piel y leche y ahora parece más hermosa.

Entre risas y desvelos las horas se van amontonando, indiferenciadas y plenas, un reloj que marca los días por venir. El mundo es como lo vemos, suelo decirme, con nuestros pensamientos lo construimos.

Desde hace unas horas sólo puedo pensar en su nombre, que viene una y otra vez, como su llanto Llegó ayer y algo cambió para siempre. Afortunadamente, el cambio: lo único que permanece.

Nada de lo que nos ocurre es nuevo. Solo que nos ocurre por primera vez.

Llegaste ayer y serás lo que quieras, Isabel.

[Elí Bravo - "Isabel" 2004]


Luciano Pavarotti (1935-2007) ♪




I'll Be Love's Suicide by Tiny Dancer






















Il me semble parfois que mon sang coule à flots,
Ainsi qu'une fontaine aux rythmiques sanglots.
Je l'entends bien qui coule avec un long murmure,
Mais je me tâte en vain pour trouver la blessure.

A travers la cité, comme dans un champ clos,
Il s'en va, transformant les pavés en îlots,
Désaltérant la soif de chaque créature,
Et partout colorant en rouge la nature.

J'ai demandé souvent à des vins captieux
D'endormir pour un jour la terreur qui me mine;
Le vin rend l'oeil plus clair et l'oreille plus fine!

J'ai cherché dans l'amour un sommeil oublieux;
Mais l'amour n'est pour moi qu'un matelas d'aiguilles
Fait pour donner à boire à ces cruelles filles!

(Charles Baudelaire 1821-1867 - La fontaine de sang)


Soledad Pastorutti: Brindis ♪




El universo (que otros llaman la Biblioteca) se compone de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales, con vastos pozos de ventilación en el medio, cercados por barandas bajísimas. Desde cualquier hexágono se ven los pisos inferiores y superiores: interminablemente.

La distribución de las galerías es invariable. Veinte anaqueles, a cinco largos anaqueles por lado, cubren todos los lados menos dos; su altura, que es la de los pisos, excede apenas la de un bibliotecario normal. Una de las caras libres da a un angosto zaguán, que desemboca en otra galería, idéntica a la primera y a todas. A izquirda y a derecha del zaguán hay dos gabinetes minúsculos.

Uno permite dormir de pie; otro, satisfacer las necesidades finales. Por ahí pasa la escalera espiral, que se abisma y se eleva hacia lo remoto. En el zaguán hay un espejo, que fielmente duplica las apariencias. Los hombres suelen inferir de ese espejo que la Biblioteca no es infinita (si lo fuera realmente ¿a qué esa duplicación ilusoria?); yo prefiero soñar que las superficies bruñidas figuran y prometen el infinito... La luz procede de unas frutas esféricas que llevan el nombre de lámparas. Hay dos en cada hexágono: transversales. La luz que emiten es insuficiente, incesante.

Como todos los hombres de la Biblioteca, he viajado en mi juventud; he peregrinado en busca de un libro, acaso del catálogo de catálogos; ahora que mis ojos casi no pueden descifrar lo que escribo, me preparo a morir a unas pocas leguas del hexágono en que nací. Muerto, no faltarán manos piadosas que me tiren por la baranda; mi sepultura será el aire insondable; mi cuerpo se hundirá largamente y se corromperá y disolverá en el viento engendrado por la caída, que es infinita ●

[Fragmento de "La biblioteca de Babel" (El jardín de senderos que se bifurcan (1941; Ficciones, 1944) de Jorge Luis Borges (1899–1986)]


Happy-hour


Summertime by Mark Matthews
















El barman puso en circulación las frías cervezas para luego anticipar una deliciosa margarita de fresa, tragos que pueden abordarse con provecho, ayudan a la disolución y a dialogar con esa parte íntima del presente incierto que es el futuro. Es precisamente esta presencia la que extrañamente uno evita, pero a la vez anhela y aunque los aperitivos son adecuados cierto es que las palabras guardan la chispa que brota de cualquier encuentro. Un happy-hour de pájaros taciturnos soporizados por la transparencia de un match de tenis, la lectura enloquecida de la tinta de forma gratuita y el plano explícito de la distribución de un cuarto de hotel. Más cervezas sin enumerar las rondas. Keep drinking!

Aron Gia - 3 de Septiembre 2007


"La Vida Está En Otra Parte"


Forever Remain by Tom Bagshaw 2006
El firmamento y la noche más fresca y los vientos recios trasladan tu nombre del recuerdo hacia un ser orgánico. Allanado, crujiendo tu ciudad triste sin sentirlo, hasta el cansancio, con aquellas luces de un cambio de arquetipos sin matices ni sabores donde la integridad axiológica del lecho y la medianoche supera cualquier encuentro. Como personaje de ficción se desliza sobre las rocas, de alguna manera incógnita, reincidiendo de la herida infringida hace años. Ahora inventa la estrategia irreductible con el hechizo de un anillo de luna sin memoria. Impostergable, no desfallecerá. Nublada, ni siquiera se percibe la inmensa sencillez motriz del cristal de agua marina apresado en la plata. Pero el deseo imprudente sin promesa concibe la esencia de la membrana desesperada y allí sobrenaturalmente, en tu ser delgado y diminuto, florece la gran aventura sin posibilidad de retorno

Aron Gia - 2 de Septiembre 2007


Carissima in Deliciis

  • O. Elias Lira
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Pluma y Tintero

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