B E A titudOrbitar entre enigmáticos subterfugios hace permear el metalenguaje ineludible, la abstrusa vida, para entonces reaparecer entre misterios y entresijos.
Quizás, a partir de ese momento, el mimetismo de alquitrana toxicidad cautiva la esperanza cotidiana de tenerte alguna tarde, y otra, y otra, mientras disuasivas reverberaciones de tiempo y discurso bombean imantados sueños.
Muy pronto aparece ensimismada tu perfección cronometrada e invisible, una danza de planetas inevitable, y tu voz inexorable en medio de escarpadas tristezas hace que se dilate en negros mosaicos ese entramado metabolismo, la opinion de latidos de episodios sin pacto.
Tu ser entrañable y delirante tormento. Tus ojazos de mar ineludibles –maravillosa narrativa de chocolates en cubitos que me jode tanto- y los miro y me miran sin atreverme a mirarte.
Entonces yo podría decirte adios y perceptiblemente sería suficiente. Pero la adicción a tu dulzura, a tu aroma de mujer que no lo sabes, a todas aquellas cosas que acumulan tus huesos, tuétanos y estómago siguen estremeciendo mi sangre dilatada.
Y tu, que eres fruto y espirítu aletargado y bienaventurado. Y yo, anonadado, que viajo por senderos de luz desprendida en medio de papeles rotos, juntos anhelamos la ínfima tarde.
© Aron Gia - 14 de Abril 2009