El firmamento y la noche más fresca y los vientos recios trasladan tu nombre del recuerdo hacia un ser orgánico. Allanado, crujiendo tu ciudad triste sin sentirlo, hasta el cansancio, con aquellas luces de un cambio de arquetipos sin matices ni sabores donde la integridad axiológica del lecho y la medianoche supera cualquier encuentro. Como personaje de ficción se desliza sobre las rocas, de alguna manera incógnita, reincidiendo de la herida infringida hace años. Ahora inventa la estrategia irreductible con el hechizo de un anillo de luna sin memoria. Impostergable, no desfallecerá. Nublada, ni siquiera se percibe la inmensa sencillez motriz del cristal de agua marina apresado en la plata. Pero el deseo imprudente sin promesa concibe la esencia de la membrana desesperada y allí sobrenaturalmente, en tu ser delgado y diminuto, florece la gran aventura sin posibilidad de retorno
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