¡Qué hermosa y qué encantadora eres, amor mío, con todos tus encantos!




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Arroz con leche...me quiero casar
por Rab Daniel Oppenheimer

Son muchas las personas que no se cuestionan acerca de la razón por la que se casan. Saben efectivamente que se aman y que quieren formar una familia, pero no se preguntan por qué es necesario formalizar el vínculo entre ellos mediante una alianza. Es más, son a su vez muchos los que no ven necesidad alguna en establecer legalmente una pareja fija, siendo que la sociedad y la legalidad nacional aceptan hoy a los que viven juntos como un hecho natural moralmente aceptable…

No obstante, volviendo a lo que decíamos antes, si una persona no tuvo en claro porqué se debe casar desde un principio, pues luego tampoco tendrá impedimento lógico alguno en disolver el matrimonio que la unió a la otra persona, porque en el caso de divorciarse también podrá afirmar que “todos lo hacen”, y al alegarlo, desafortunadamente no estaría tan lejos de la realidad (en los países “civilizados”).

Al mismo tiempo, la elección de la pareja no parece tener criterios claros. En la mayoría de los casos, la gente se casa “porque se ama” creyendo (o conjeturando) que ese amor los mantendrá unidos por el resto de sus vidas, cuando en realidad no necesitan mirar muy lejos para ver que ese argumento no se sostiene en casi ninguna pareja.

Si desean ser aun más sinceros, verán que muchos de quienes dijeron amarse profundamente en algún momento de su vida, terminan odiándose con aquella misma pasión que se reserva únicamente para ex-esposos y se cometen mutuamente más daño que sus peores enemigos.

¿Qué diferencia existe entre “estar enamorado” y “amar” a otra persona?

Estar enamorado, es una pasión que domina los sentimientos de la persona. Di-s puso en nosotros la atracción física natural entre los hombres y las mujeres así como lo hizo con el resto del mundo animal. Esa pasión o infatuación es pasajera en todos los casos y no sostiene a la pareja a través del tiempo y de las dificultades.

“Amar” - en cambio - es el sentimiento altruista generado por el intelecto y el deseo de hacer el bien, que lleva a la acción de entrega desinteresada.

Para aquellos que se aman auténticamente, los problemas económicos como así también todas las circunstancias de adversidad, presentan nuevas oportunidades para brindarse uno por el otro y apoyarse mutuamente. El argumento que las parejas se separan por problemas económicos es una falacia de una sociedad que mide todo con el ojo del egoísmo que la caracteriza en este “posmodernismo” occidental.

Gran parte de la dificultad en mantener unido el matrimonio radica, entonces, en que crecemos pensando que la vida “normal” debiera ser siempre placentera sin interrupciones en el goce perfecto, ni momentos ingratos. No aprendemos a vivir con frustraciones y fracasos. Muchas veces sentimos que “la culpa de todo lo que no nos agrada la tienen siempre los demás” (y decimos nosotros somos perfectos…).

Encontrar una persona con ideales afines a los que profesa uno mismo, con una escala de valores análoga, con proyectos de vida correspondientes, etc. no es fácil. Sin embargo, aun encontrando la otra “media naranja”, por más compatibles que fuesen espiritualmente, requerirán una dosis continua de esfuerzo para mantenerse unidos.

Amar no es algo “que le viene a uno”, sino que requiere una fuerza de voluntad para privilegiar los intereses del otro por sobre los propios. Este amor genuino une a las personas y, aun más, al matrimonio. Al casarse, los novios se comprometen a asistirse mutuamente en toda circunstancia imprevisible hasta el momento. En la medida que ambos cónyuges repiten su preocupación por el bienestar del otro miles de veces a través de la vida se van uniendo cada vez más.


Carissima in Deliciis

  • O. Elias Lira
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