Carissima In Deliciis

¡Qué hermosa y qué encantadora eres, amor mío, con todos tus encantos!

Published Saturday, July 22, 2006 by O. Elias Lira | E-mail this post

CAPITAL

Me levanté con el recuerdo en la boca de saber que aun sentimos.

Desde el comienzo sabía que se vislumbran mayores cosas. En la gran ciudad el calor es insoportable. Impregnada por monumentos y muros urbanos. Muy hermosa, desierta. Nunca entenderé sus raros sepulcros blanquecinos. ¿Cómo será esa ciudad con nieve?

No se porqué se me ocurrió visitar el Museo del Holocausto. La seguridad. La escena cinematográfica. El vagón de tren, el olor a muerte. ¿Puedo ser humano?

En la noche el bullicio. Con irreverencia cenamos y escuchamos. En la plaza gritamos libertad y justicia transpirando la inminente angustia.

Como olas desquiciadas fuimos llevados de aquí para allá sin detenernos en los detalles mínimos. De nuevo los controles. Pude notar las lindas caras que como colmenas transitaban por los abismos subterráneos en tacones altos. En cuartos pomposos los cuerpos acostumbrados. Laberinto amplio de corrupción y libertades.

Un arco y otro. El balcón de los Presidentes. Washington, Franklin y Thomas Jefferson haciendo lobby en silencio. El fresco de la inaccesible rotunda de figuras excelentes, apoteosis de la sombrilla enmarañada de años. Los óleos del Embarque de los Peregrinos, el Descubrimiento del Mississippi y la Firma de la Independencia. Los Corredores de Cox y Brumidi, todos de tremenda magnificencia. Fotografías para el recuerdo. Caminamos pisando las mismas huellas del tiempo marcadas en mosaicos deslumbrantes. Finalmente, ascendimos por el mármol de la gran cámara. Fascinante, representativa, concesionada por un antiguo imperio.

Alguna vez había querido publicar sobre el poder. Que bueno que no lo hice. El poder no se puede describir, es algo que se siente, se anhela y se mete entre los huesos ●