"Fueron los seres más increíbles mientras existieron, tan especiales como insospechados, totalmente mágicos en extremo; saltaban liviandades con sus pasos, como levitantes silencios en ensueños; pero nunca, lastimosamente, aprendieron a volar. Y eso fueron sus lamentos, eso sus silencios, sus hechizos y sus mismas propias desgracias. Fueron la comunidad más secreta y prodigiosa, generosa y condiscípula; todos se conocían sus mutismos, sus sonrisas y sus misterios. La vez, que un hombre muy henchido de amor, a su amada una serenata de sonrisillas, le quiso sólo arrullar, salieron en sus prédicas saltimbanquis colorados, de entre selvas siempre azules, y con sillas de patas largas, le ayudaron a subir al cielo, donde su musa, en una luna, pernoctaba mil delirios. Y subió, escalando infinitas sillas, con smoking tan albino y un buqué en una mano (de prendiditas velas, por los sigilos), trepó, de pies alzados y con marcado abdomen, de cabeza, y desde el suelo, una y una y una torre, grandísima y por las nubes, las sillas, como habichuela mágica hasta el cielo, hasta las estrellas y más arriba; la dulce amada en una luna, encandilada de puritos lindos murmullitos, el adorado arrodillado en una silla, alumbrándole puras sonrisitas, y, mil estrellitas en sus miradas, como pajarillos encantados. Fueron los seres más extraordinarios que movieron cada músculo al compás de mil sinfónicas, y las luces, con sus sombras, fueron sus más mínimas presencias solamente".
(Fragmento de "CIRCO" - © Jorge Luján López)