¡Qué hermosa y qué encantadora eres, amor mío, con todos tus encantos!




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Digital painting by Brian Stauffer
El tiempo como parámetro incuestionable tiene una vinculación natural con el origen de nuestra existencia desde que hemos sido concebidos hasta el fin, con una trayectoria invariable y progresiva. ¿Qué hemos hecho con él? Es la pregunta que cada uno se hace en diferentes etapas del ciclo de la vida. Unos plantean irreparables escenarios como si fuese el tiempo culpable del camino escogido: correcto o incorrecto, concluso o inconcluso, retributivo o fallido. Nos es familiar la expresión “Si tuviese veinte años menos con la experiencia de hoy…”. Imaginemos el tiempo como una dotación que vino en el paquete al nacer, ubicado dentro de una burbuja de la cual vamos sacando lo necesario cada día; en nuestra infancia casi no extraemos el preciado bien, ya que su valor es insignificante y menospreciado; al crecer un poco más, en la pubertad y juventud, racionamos entre el estudio y la diversión una proporción bastante equilibrada; pero en la adultez es cuando, en forma inversamente proporcional, aparece el ladrón que nos arrebata el tiempo, al punto de perder mucho de ello

(Max Sihman - Extracto de "El entrépido ladrón de mi tiempo")


Carissima in Deliciis

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