Published Saturday, April 29, 2006 by O. Elias Lira.
APURE
"Aquel que ya no tiene lazos con la tierra, pierde inmediatamente a sus dioses, es decir, a sus designios"
Feodor Dostoievski
Toda la tarde el aguacero. El río trajinaba su azuloso albedrío y los sapos deleitaban el aroma de charcos y lagunas entre cañaverales. Dulce escenario acuático que invade los sentidos. Un alcaraván y un contingente de grillos anuncia la llegada de la noche. En el hato, a lo lejos, la tonada quebranta el horizonte. El rostro cansado de los hombres refleja la sonoridad en tácita agonía.
Sombras, matorrales espectrales y llamas de kerosén predicen nuevos relatos: “Esa es la Llorona, mi compadre”. Apuntamos toda nuestra atención a la figura subterránea de la infancia, evocación de tiempos antiguos de nocturnas letanías. Peces cristalinos traerían sabor de burbuja a nuestra cena de fogón de topochos maduros y palma de moriche. Al mirarnos descubrimos que la choza permeaba la incesante lluvia y los chinchorros empapados nos hicieron recordar los tiempos cuando acampábamos cercados por la angustia.
El concierto de las gotas de agua sobre los techos de cinc deleitaba todos mis sentidos. El sueño no es posible y creímos precisar el ronronear de algún Cunaguaro sobre los tímpanos, aunque el aire traslucía más bien una rebelión de cocuyos. Lechuzas y araguatos. Seres invisibles extraviados entre las paredes blancas enmohecidas de mi cuarto. Un nudo cerrado de la garganta precipitó la carcajada. Otro chubasco. El desdoblamiento.
Por la mañana, el cristofué da referencia a la cotidiana faena a punto de iniciarse. En pocillo un trago de café amargo y la sonrisa generosa de una india agraciada excitan la vacada y el ordeño. Ella comienza a dar vueltas para ir a refugiarse en el horno que se enciende. La herrada tormentosa de toros y becerros y la monta descalza de potros no deslucen el arcoiris de garzas que orgullosas desfilan la cúpula celeste sin pérdida de tiempo.
Llanura y gabán, esteros y palmera, simbología ancestral del acontecer de la engalanada sabana reverdeciente. Experiencia enriquecida de la vida misma. Consagrados en mí quedaron para siempre la tierra, la casa grande y aquel impetuoso caballo viejo sin riendas.
© Elías Lira - 1993
Published Wednesday, April 26, 2006 by O. Elias Lira.
© Digital by José Ortega. Derechos Reservados
No lo olvides, poeta.
En cualquier sitio y época
en que hagas o en que sufras la Historia,
siempre estará acechándote algún poema peligroso.
Heberto Padilla - Fuera del juego (1968)
Published Saturday, April 22, 2006 by O. Elias Lira.
Swimming in the shallows
The yellow flower and silent lotos
Moonlight slanting through the rain.
Consider the radiance and passion grace of Geisha,
The brightening wave.
I am so dazzled her beauty drinks my eyes
I am so frightened her hands, and small voice ashamed my face.
For so many years:
I keep thinking about the end.
© Elías Lira (2006)
Published Wednesday, April 12, 2006 by O. Elias Lira.
En el barrio, la barra, allí el brazo de la China bordea la nuca de “El Pibe”. El la toma de la mano. Abierto abajo, bailan de pecho en pecho, un paso adelante, otro paso atrás. Farol y empedrado, milonguera triste, primero el pie izquierdo y después el derecho. Cara con cara, inflamada locura, tu silueta entre sentadas y quebradas. Con canción porteña y contraseña, la China es una gacela vestida de guitarra. La cola y las piernas envueltas en red, sus pies deslizando como perlas. Un boleo, una corrida, un amague, el movimiento siempre en contrapié. Giros, arrastre y firulete. Los virtuosos bandoneones no pueden silenciar el deseo y éxtasis. La vida y un Tango por tomarte en flor. China, por una cabeza me robaste hasta el amor.
Elías Lira - 2006