Puerto de Espumas
Todos los días, mis pensamientos se sumergen en la diáspora. No es nada nuevo. La luz cegadora de la habitación no me permite dormir. Así que sostengo firmemente los párpados y enfrento con locura el amanecer. Es un viaje. Afuera, un mundanal. El lago, un paseo a caballo por el parque. Adentro, tu rostro cósmico protagonista de esta larga aventura. La evocación de tu risa de cascada. La reminiscencia de tu voz de sirena. Desde antes eras una chiquilla rebelde e irreprimible.
El nuevo siglo alertó con mil canciones y reiteró la verdad incorruptible de las flores: que mi adicción molecular por ti no se evapora, que tus manos son sustancia opiácea que fragmenta mis huesos y que deshaces mis castillos de papel. Para suavizar mi karma me basta la agonía volcánica de tu desnudez. Sin palabras, sin versos asonantes. Sin armas. Solo los ecos elocuentes del sabor de aquel beso imposible de madurar. Arcoiris brillante de profundos ensueños.
No quiero emprender el regreso porque la intranscendencia de adentrarme en tus plateados espejos me cobija. Pero tú bien sabes que las estrellas de tu pecho me inundan y golpean como inciensos. El cosmos pretende encapsular tu diáfana lejanía como una mariposa. Errante, lleno de angustia, busco atracar en el puerto seguro de espumas que es tu boca. Y es que mañana, estaré de nuevo sin ti.
Elías Lira - Verano 2006