FrankensteinAl comienzo fue una leve y cálida sonrisa. Después te amé. En los edificios altos, en los cafés, en las calles. Te amé al coincidir juntos en la oficina. En las conversaciones sin medida.
Tu calidez se fue instalando en potencia y zoología. Pero lo peor fue tocarte. Desde tu cabellera hasta la punta de tus pies. Porque tocar tu piel y respirar los dos el mismo aire es morir.
Y es que tu perfume es erotismo encendido que estalla por los poros. Ardor y tormenta que no cesa. Y yo, un animal en celo buscándote sin remedio. ¿Hasta dónde? Hasta agotarme por completo en un desierto, hasta quedarme prisionero en los hilos de tu telaraña cautivante.
Se que intentas buscar en otro lo que sabes tienes conmigo. Que le dices a la gente que ya no te importo. Que tratas de olvidarme. Pero quiero que sepas que esto que sentimos no tiene escapatoria. Estamos hechos el uno para el otro. Si no duermes, es por mi culpa. Si no comes también. Porque planeo un gran festín, mi barbarie creatura. Extraeré de ti cada célula que tengas de vida para embriagarlas con mis besos. Tus pensamientos los inyectaré para alucinarlos y preñarlos con los míos. Serás definitivamente mi obra maestra.
© Elías Lira - 12 de Junio, 2006