El cuerpo contiene tres órganos internos primarios: el cerebro, el corazón y el hígado. El cerebro alberga el intelecto; el corazón, las emociones; y el hígado que regula la sangre, es el asiento de la parte física de la persona.
En terminología de la Torá, estas tres partes son paralelas a los tres nombres del alma: nefesh, rúaj, neshamá. El hígado es el nefesh: "… por la sangre, que es el nefesh". El rúaj (viento o espíritu) es el corazón y la neshamá (soplo) es el intelecto. Estos tres matices del alma son los equivalentes de los órganos físicos. Es a través de estos tres que la vida de la persona se mantiene.
La raíz de la salud física es la salud espiritual. Si el alma está debilitada o corrupta, la parte correspondiente del cuerpo va a experimentar debilidad o va a funcionar mal. Existen tres formas generales de fuerzas de corrupción o debilidad en el mundo: idolatría, adulterio y asesinato. Cada órgano/alma se afecta por una de ellas.
El cerebro (neshamá) se pone en peligro por falsas ideologías, filosofías y conceptos, que son equivalentes a idolatría. El corazón (rúaj) está sujeto a tentaciones y lujuria. El hígado (nefesh) está propenso a asesinato, el deseo de anular la presencia física de otra persona, como la gente dice, "mi sangre arde de enojo" o "me arde la sangre".
Son estos tres órganos estructurales principales, a través de los cuales la vida [de los seres humanos] existe ●
(Extraído de "Los días están llegando".
Rab Ezriel Tauber - Edit. Jerusalem de México)