Published Sunday, July 29, 2007 by O. Elias Lira | E-mail this post
Porque la samba es aliento telúrico de introspección, no se desgasta al entrar coquetamente en el corredor. Y esa misma samba en el interior de los sentidos acaricia, entre resonancias y encuentros, el correr del tiempo dentro y fuera. Así de repente, como si los años no estuvieran asociados con los hombres y mujeres y el universo. Dentro y fuera, la samba se desplaza con pasos estáticos de rumba y gracia. Suavemente. Lo contrario al ritmo y la catarsis. Completo resuena el fundamento y sigue retumbando como el transitar por la acera húmeda de un atardecer en fragante empatía. Samba latinoamericana pa’ti donde los dedos del viejo Santana se juntan en completa armonía. Samba, la de todos, para más tarde perdurar en la elipse de un movimiento individual ascendente y ciego persiguiendo el infinito. Un acto donde los actores no son precisamente músicos ni cantantes que responden al silencio, sino nuestra forma de sentir. Todavía ●
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